DIVINA VOLUNTAD VOLUMEN - 1

DIVINA VOLUNTAD


- “Esto servirá para hacer conocer la tierra que debía iluminar el Sol de mi Voluntad, para formar su Reino”.
(Dice el Señor a Luisa Picarreta - y por ella a nosotros)

- “¿Por qué temes?
¿Está cerca tu Ángel a tu lado, está Jesús en tu corazón, está la Madre Celestial que te tiene bajo su manto; entonces, ¿por qué tienes temor?
¿Quién es más fuerte: ¿tu Ángel Custodio, tu Jesús, tu Madre Celestial o el enemigo infernal?
Por eso no huyas, sino quédate y ora y no tengas miedo”.
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Luisa Piccarreta
la Pequeña Hija de la Divina Voluntad
(1865-1947)



La Sierva de Dios, Luisa Piccarreta nació en la ciudad de Corato en la provincia de Bari, Italia, en la mañana del 23 de abril de 1865, Domingo "In Albis" (actual fiesta de la Divina Misericordia), y el mismo día fue bautizada; vivió siempre ahí y murió en concepto de santidad el 4 de marzo de 1947. Nació de la señora Rosa Tarantino y del señor Vito Nicola Piccarreta, trabajador de una hacienda de la familia Mastrorilli. La pequeña Luisa, la cuarta de cinco hijas, era de temperamento tímido, temeroso; no obstante, era también vivaz y alegre.
El Domingo "in Albis" de 1874, a los nueve años, recibió la Primera Comunión y el mismo día el Sacramento de la Confirmación. Ya desde pequeña mostraba una fuerte inclinación a dedicar largos periodos de tiempo para la meditación y oración, teniendo como elementos fundamentales de su vida interior un encendido amor a Jesús doliente en su pasión y prisionero de amor en la Eucaristía, y una madura y sólida devoción a la Santísima Virgen María. Sus padres no prestaron atención a estas aficiones, hasta que se comenzó a manifestar en su hija una misteriosa enfermedad que la obligaba a quedarse en cama. Los médicos sin poder encontrar la causa y dar un diagnóstico, sugirieron la visita de un sacerdote. Asombrados quedaron cuando a la señal de la cruz Luisa se recuperó de su "habitual estado", como ella misma lo llamaría años después a lo largo de sus escritos.
Alrededor de los dieciocho años, mientras trabajaba en su habitación, se encontraba haciendo la meditación sobre la pasión de Jesús; sintió su corazón oprimido y que le faltaba la respiración, asustada, salió al balcón y desde allí vio que la calle estaba llena de personas que empujaban a Jesús llevando la cruz. Sufriente y ensangrentado, Jesús entonces alzó los ojos hacia ella pronunciando estas palabras: "Alma, ¡ayúdame!".
Luisa entró a su habitación con el corazón desgarrado por el dolor, y llorando le dijo: « ¡Cuánto sufres, oh mi buen Jesús! ¡Pudiera yo al menos ayudarte y librarte de esos lobos rabiosos, o cuando menos sufrir yo tus penas, tus dolores y tus fatigas en tu lugar, para así darte el más grande alivio...! ¡Ah, Bien mío!, haz que yo también sufra, porque no es justo que tú debas sufrir tanto por amor a mí y que yo pecadora esté sin sufrir nada por ti. » Y desde aquel momento repitiendo siempre su FIAT (hágase), se hicieron siempre más frecuentes los períodos transcurridos en cama hasta la completa inmovilidad por 62 años.
En esta "pequeña prisión" Jesús le dio a conocer el gran deseo de su Corazón: que el hombre viva en su Voluntad, para que regrese al orden, al puesto y a la finalidad para la que fue creado, esto es, lo que él mismo nos enseñó a pedir en el Padrenuestro: "Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo"; así depositó en ella sus maravillosas verdades, para que a su vez, como "Heraldo del Reino", depositaria y secretaria de los tesoros de la Divina Voluntad, diera a conocer el decreto eterno del advenimiento de su Reino en la Iglesia y en el mundo entero.
Al respecto escribe San Aníbal María di Francia:
“Nuestro Señor, que de siglo en siglo aumenta cada vez más las maravillas de su Amor, parece que de esta virgen, que El dice que es la más pequeña que ha encontrado en la tierra, desprovista de toda instrucción, haya querido hacer un instrumento idóneo para una misión tan sublime, que ninguna otra se le pueda comparar, o sea, EL TRIUNFO DE LA DIVINA VOLUNTAD en el universo, conforme a lo que decimos en el Padrenuestro: FIAT VOLUNTAS TUA, SICUT IN COELO ET IN TERRA”
Luisa, como hija de la Iglesia, le fue siempre sumisa y obediente. Durante el período desde 1884 hasta su muerte en 1947, ella estuvo bajo el cuidado y la obediencia de varios confesores enviados por el Obispo de su Arquidiócesis. Su segundo confesor, Don Gennaro di Gennaro el 28 de febrero de 1899 le dio la obediencia de poner por escrito todo cuanto sucedía entre Jesús y ella y las gracias que continuamente recibía. Fue entonces que Luisa se decidió a vencer la repugnancia de hacer público lo que vivía en su interior. Y así, con gran esfuerzo, escribió más de 2.000 capítulos, recogidos en treinta y seis volúmenes, sin contar cientos de cartas, "las Horas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo", y "la Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad".
Uno de sus confesores y promotor más importante de la Divina Voluntad (la doctrina que Jesús le enseñó a Luisa) fue San Aníbal María di Francia quien fue Revisor Eclesiástico de los volúmenes (dio su Nulla Obstat a 19 de los 36 volúmenes), y primer apóstol del Reino del Fiat Divino (como Jesús mismo lo titula en el volumen 20 de su diario, noviembre 6, 1926).
Luisa murió antes de cumplir los ochenta y dos años de edad, el 4 de marzo de 1947, después de una corta pero fatal pulmonía -la única enfermedad diagnosticada en su vida-, entró a la vida eterna para continuar sumergida en la Divina Voluntad en el cielo, como lo estuvo en la tierra. En 1993, sus despojos fueron trasladados al Santuario de Santa Maria Greca, gracias a su último confesor Don Benedetto Calvi. El 20 de noviembre 1994 -en la Fiesta de Cristo Rey-, la Santa Sede dio su "Nulla Obstat" a la Arquidiócesis de Trani-Barletta-Bisceglie, guiada por S.E. Mons. Carmelo Cassati, para la apertura oficial de la Causa de Canonización. El 29 de noviembre del 2005 S.E. Mons. Giovan Battista Pichierri -Arzobispo actual de la Arquidiócesis-, clausuró la fase diocesana, recogiendo multitud de documentos y testimonios sobre la fama de santidad de la Sierva de Dios, iniciando así la fase romana de la causa, donde el Santo Padre la elevará a la dignidad de los altares.

ESTO DICE EL SEÑOR:

VOLUMEN - 18 /13  >  Noviembre 12, 1925
"Quien es llamado como cabeza de una misión, debe encerrar todos los bienes pertenecientes a aquella misión para comunicarlos a los demás. Es costumbre de la Sabiduría eterna establecer los actos de la criatura para dar cumplimiento al bien que quiere hacer en ella.
Estaba fundiéndome según mi costumbre en el Santo Querer Divino, y mi dulce Jesús moviéndose en mi interior me ha estrechado toda a Sí, y se ha puesto en actitud de darme una lección y de corregirme, y me ha dicho:

“Hija mía, sé atenta en hacer tus actos en mi Voluntad, tú debes saber que quien es llamado como cabeza de una misión, cuanto más encierra del bien perteneciente a esa misión tanto más bien podrá comunicar a los demás; esos bienes serán como tantas semillas que prestará a los demás, a fin de que quien tenga la fortuna de querer adquirir esos gérmenes se volverá poseedor de la cosecha de esas semillas.
Esto sucedió en Adán, que siendo el primer hombre fue constituido cabeza de todas las generaciones, y siendo él la cabeza se volvía necesario que debía poseer los gérmenes para poder dar a los demás lo que es necesario para el desarrollo de la vida humana; si luego estos gérmenes han sido agrandados, explicados, más conocidos según la buena voluntad de las generaciones siguientes, por la capacidad y aplicación que han hecho sobre aquellos mismos gérmenes, pero Adán los tenía todos en sí, y se puede decir que todo viene de él; así que se pude decir que al ser creado por Dios fue dotado de todas las ciencias; lo que los demás aprenden con tantas fatigas, él lo poseía como don en modo sorprendente; así que poseía el conocimiento de todas las cosas de esta tierra, tenía la ciencia de todas las plantas, de todas las hierbas, y la virtud que cada una de ellas contenía, tenía la ciencia de todas las especies animales y de cómo debía usar de ellos, tenía la ciencia de la música, del canto, de la escritura, de la medicina, en suma, de todo; y si las generaciones poseen cada una su ciencia especial, Adán las poseía todas.
Ve entonces que quien debe ser cabeza es necesario que encierre en sí todo el bien que debe participar a los demás.
Así es de ti hija mía, como te he llamado como cabeza de una misión especial, más que a nuevo Adán, y no se trata de las ciencias humanas sino de la ciencia de las ciencias, la cual es mi Voluntad, ciencia toda de Cielo, quiero que encierres en ti todos los gérmenes que mi Voluntad contiene, y por cuantos más actos hagas en Ella, y por cuantos más conocimientos adquieras, tantos más rayos de Luz pondrás al Sol de mi Voluntad; y así, habiendo mayor plenitud de Luz, más se podrá difundir para bien de las generaciones, de modo que tocadas por la plenitud de la Luz, podrán conocer con más claridad el bien que contiene mi Voluntad, qué significa vivir en Ella, y el gran bien con el cual quedan enriquecidas.
Sucederá como sucede con el sol, que como posee tanta plenitud de luz, puede con facilidad tomar como en un puño a toda la tierra, calentarla, iluminarla y fecundarla, de modo que todos pueden conocer, quién más, quién menos, el bien que hace con llevar su luz a todos; pero si el sol en lo alto de su esfera fuera pobre de luz, no podría la luz que desciende a lo bajo iluminar plenamente toda la tierra, a lo más a una pequeña parte de la tierra que girara más cercana al sol.
Y si al sol que debía iluminar naturalmente a la tierra le di tal plenitud de luz para el bien de todas las generaciones, mucho más quiero llenar de plenitud de Luz el Sol de mi Voluntad, que debe iluminar las almas, calentarlas y poner en ellas la fecundidad del germen de la Santidad Divina.
He aquí el porqué de los patriarcas, de los santos padres, de los profetas y todos los buenos del antiguo testamento, los cuales, con sus actos debían hacer el camino, la escalera para llegar al cumplimiento de la Redención ansiada; pero esto no basta, por cuan buenos y santos eran sus actos, estaba el muro altísimo del pecado original que mantenía la división entre ellos y Dios, he aquí el por qué se necesitó una Virgen concebida sin mancha original, inocente, santa y enriquecida por Dios con todas las gracias, la cual hizo como suyos todos los actos buenos del curso de los cuatro mil años, los cubrió con su inocencia, santidad y pureza, de modo que la Divinidad veía aquellos actos a través de los actos de esta inocente y santa criatura, la cual no sólo abrazó todos los actos de los antiguos, sino que Ella con los suyos los superó a todos, y por eso obtuvo el descendimiento del Verbo a la tierra.
A todos los actos buenos de los antiguos, les sucedió como a quien tiene mucho oro y plata, pero en aquellos metales preciosos no está acuñada la imagen del rey que es lo que da el valor de moneda al metal, y si bien por sí mismo contiene valor, pero no puede llamarse valor de moneda que pueda correr con derecho en el reino; pero supón que aquel oro o plata fueran adquiridos por el rey, y dándoles forma de moneda acuñara sobre ella su imagen, entonces aquel oro adquirirá el derecho de moneda. Así hizo la Virgen, sobre aquellos actos acuñó su Inocencia, su Santidad, el Querer Divino que Ella poseía íntegro, y los presentó todos juntos a la Divinidad y obtuvo el Redentor ansiado.
Así que la Virgen completó todos los actos que se necesitaban para hacer descender el Verbo a la tierra; pero no terminó aquí, para hacer que el Redentor tuviera su campo de acción en la tierra y para hacer que cualquiera que lo quisiera pudiera servirse de aquellos actos como monedas para comprarse el Cielo, se necesitaba el sello de la Inocencia, Santidad y Querer Divino, se necesitaba el sello del obrar del mismo Verbo para hacer subir al hombre al Cielo.
Si el sello de la Virgen bastó para hacerme descender en medio de las criaturas, para hacer subir al hombre se necesitaba mi obrar divino; y he aquí por esto que Yo abracé e hice míos todos aquellos actos, suplí a todos, cumplí todo y por todos puse el sello divino a todos los actos buenos, desde el primero hasta el último hombre que vendrá a la tierra, y este sello fue hecho por Mí con penas inauditas y con el desembolso de mi sangre, y así di como rey magnánimo la moneda a todos para comprarse el Cielo.
Todo esto estaba establecido por la Sabiduría Increada, y ni siquiera un acto podía faltar de todo esto para venir a cumplimiento la Redención.
Ahora hija mía, así como fue de la Redención así es de mi Voluntad. Para hacerla conocer y hacerla reinar como acto primero de vida en la criatura se necesita el cumplimiento de los actos; también tú, a ejemplo de mi Celestial Mamá y del mío, debes en mi misma Voluntad abrazar todos los actos hechos en el antiguo testamento, los de la Reina del Cielo, aquellos hechos por Mí, aquellos que se hacen y que se harán por todos los buenos y santos hasta el último de los días, y a todos les pondrás tu sello de correspondencia de amor, de bendición, de adoración, con la Santidad y Potencia de mi Voluntad, nada te debe escapar.
Mi Voluntad abraza todo, también tú debes abrazar todo y a todos, y poner en ellos en el primer puesto de honor, sobre todos los actos de las criaturas a mi Voluntad. Ella será tu sello, con el cual sellarás la imagen de mi Voluntad sobre todos los actos de las criaturas.
Por eso tu campo es vasto; te quiero ver correr en mi Voluntad sobre todas las gracias y prodigios que hice en el antiguo testamento para darme tu correspondencia de amor y de agradecimiento, en los actos de los patriarcas y profetas para suplir su amor, no hay acto en el que no te quiera encontrar, no me sentiría satisfecho ni contento si no te encontrase en todos los actos de las criaturas que se han hecho y se harán, ni tú podrías decir que has completado todo en mi Voluntad, te faltaría alguna cosa del verdadero vivir en mi Querer.
Por eso sé atenta si quieres que la plenitud de la Luz sea suficiente para poder iluminar con el Sol de mi Voluntad a todas las gentes. Quien quiera dar luz a todos debe abrazar a todos como en un solo abrazo, con el hacerse vida y suplemento de todo y de todos.
¿No es tal vez mi Voluntad vida de todo?
Y como esta vida viene correspondida con tantas amarguras, ¿no se necesita entonces quién corra en todos para endulzar estas amarguras con el sustituirse como acto de vida con mi misma Voluntad por cada acto de la ingrata criatura?” -------------

LA LLAMADA A LA CRIATURA AL ORDEN, A SU PUESTO Y A LA FINALIDAD PARA LA CUAL FUE CREADA POR DIOS

VOLUMEN I

1. EXCESO DE AMOR> Jesús en el Seno del Padre. El Decreto eterno de la Encarnación.
“Basta, ven y mira otros excesos más grandes de mi Amor.”
2. EXCESO DE AMOR>
“¿Ves cuánto te he amado? ¡Ah! dame un lugar en tu corazón, quita todo lo que no es mío, porque así me darás más facilidad para poderme mover y respirar en tu corazón.”
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Cp. 5 Jesús empieza su obra en el alma: la sustrae y la aparta del mundo exterior.
“Yo soy el único que merece ser amado; mira, si tú no quitas este pequeño mundo que te rodea, esto es, pensamientos de criaturas, imaginaciones, Yo no puedo entrar libremente en tu corazón, este murmullo en tu mente sirve de impedimento para dejarte oír más clara mi voz, para derramar mis gracias y para hacerte enamorar verdaderamente de Mí. Prométeme ser toda mía y Yo mismo pondré manos a la obra; tú tienes razón en que no puedes nada, no temas, Yo haré todo, dame tu voluntad y eso me basta.”
“No, no, vendré junto contigo a observar y dirigir todas tus acciones, movimientos y deseos de tu corazón.” [1]

[1] Luisa tenía cerca de 12 años; la narración de ahora en adelante prosigue con orden.

“Estas pláticas te llenan la mente de cosas que no me pertenecen a Mí, te circundan el corazón de polvo, de modo que te hace sentir débil mi Gracia, no más viva.
¡Ah! imítame a Mí; cuando estaba en la casa de Nazaret mi mente no se ocupaba de otra cosa que de la gloria del Padre y de la salvación de las almas; mi boca no decía otra cosa que discursos santos, con mis palabras buscaba reparar las ofensas al Padre, trataba de asaetear los corazones y atraerlos a mi amor, y primariamente a mi Madre y a San José, en una palabra, todo nombraba a Dios, todo se obraba por Dios y todo a Él se refería.
¿Por qué no podrías hacer tú otro tanto?”
(Luisa tenía cerca de 12 años; la narración de ahora en adelante prosigue con orden.)

“¿Esto es lo bien que me quieres? ¿Quién te ha amado como Yo?
Mira, si tú no terminas con esto Yo te dejo.”
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Cp. 6 Jesús prosigue su obra en el alma: La aparta de sí misma, purificando todo el interior de su corazón“Ahora hemos quedado solos, no hay ya quien nos disturbe, ¿no estás ahora más contenta que antes que debías contentar a tantos y tantos?
Mira, es más fácil contentar a uno solo, debes hacer de cuenta que Yo y tú estamos solos en el mundo, prométeme ser fiel y Yo verteré en ti tales y tantas gracias, que tú misma quedarás maravillada.”
“Sobre ti he hecho grandes designios, siempre y cuando tú me correspondas, quiero hacer de ti una perfecta imagen mía, comenzando desde que nací hasta que morí; Yo mismo te enseñaré un poco cada vez el modo como lo harás.”
.... 
“Mira, para hacer que Yo derrame mis gracias en tu corazón, quiero hacerte comprender que por ti nada puedes, Yo me cuido muy bien de aquellas almas que se atribuyen a ellas mismas lo que hacen, queriéndome hacer tantos hurtos de mis gracias; en cambio con aquellas que se conocen a sí mismas Yo soy generoso en verter a torrentes mis gracias, sabiendo muy bien que nada refieren a ellas mismas, me agradecen y tienen la estima que conviene, viven con continuo temor de que si no me corresponden puedo quitarles lo que les he dado, sabiendo que no es cosa de ellas; todo lo contrario en los corazones que apestan de soberbia, ni siquiera puedo entrar en su corazón, porque inflado de ellos mismos no hay lugar donde poderme poner, las miserables no toman en cuenta mis gracias y van de caída en caída hasta la ruina.
Por eso quiero que en este día hagas continuos actos de humildad, quiero que tú estés como un niño envuelto en pañales, que no puede mover ni un pie para dar un paso, ni una mano para obrar, sino que todo lo espera de la madre, así tú te estarás junto a Mí como un niño, rogándome siempre que te asista, que te ayude, confesándome siempre tu nada, en suma, esperando todo de Mí.”

Cp.7. Jesús conduce al alma a la verdad de su nada.
........ “Si tú hubieras sido más humilde y hubieras estado más cerca de mí, no habrías hecho tan mal aquella obra, pero como a veces has pensado principiarla, proseguirla y terminarla sin mí, te da resultado, si bien con todo tu disgusto, no conforme a mi querer.
Por eso invócame al comienzo de toda acción que emprendas tenme siempre presente para hacerla conmigo, y así se llevará a perfecto cumplimiento; sepas que haciendo siempre así adquirirás la más profunda humildad; de lo contrario volverá a entrar en ti la soberbia y esta sofocará el germen plantado en ti por la hermosa virtud de la humildad”.


Cp. 8. El alma se duele de los pecados y las faltas cometidas; pero Jesús no quiere que pierda más el tiempo pensando en su pasado.“No quiero que pienses más en el pasado, porque cuando un alma se ha humillado, convencida de haber hecho mal y ha lavado su alma en el sacramento de la confesión y está dispuesta a morir antes que ofenderme, el pensar en ello es una afrenta a mi Misericordia, es un impedimento para estrecharla a mi Amor, porque siempre busca con su mente envolverse en el fango pasado y me impide hacerle tomar el vuelo hacia el Cielo, porque siempre con aquellas ideas se encierra en sí misma, si es que busca pensar en ellas; y además, mira, Yo no recuerdo ya nada, lo he olvidado perfectamente, ¿ves tú alguna sombra de rencor de parte mía?” ....
“Y bien, ¿querrás mantener delante estas cosas?”
......
“Pues bien, hija mía ¿Por qué quieres volverte todavía al pasado? Cuánto mejor sería que pensáramos en amarnos recíprocamente. Por eso, trata de ahora en delante de contentarme y estarás siempre en paz”.

Cp.9. Las criaturas deben desaparecer a la vista del alma, la cual debe mirar solo a Jesús y obrar solo con Jesús y por Jesús
“Estoy pronto a hacer lo que tú quieres. Mira, la primera cosa que te dije que quería de ti era la imitación de mi Vida, así que veamos qué cosa te falta.”
Y bien”, (me decía,) “no temas, poco a poco haremos todo. Yo mismo conozco cuán débil eres, pero es de Mí que debes tomar fuerza.” ----
“Quiero que seas siempre recta en tu obrar, con un ojo me debes mirar a Mí y con el otro debes mirar lo que estás haciendo; quiero que las criaturas te desaparezcan del todo. Si te vienen dadas ordenes, no mires a las personas, no, sino debes pensar que Yo mismo quiero que tú hagas lo que te es ordenado, entonces con el ojo fijo en Mí no juzgarás a ninguno, no mirarás si la cosa te es penosa o te gusta, si puedes o no puedes hacerla; cerrando los ojos a todo esto los abrirás para mirarme sólo a Mí, me llevarás junto a ti pensando que te estoy mirando fijamente y me dirás:
“Señor, sólo por Ti lo hago, sólo por Ti quiero obrar, no más esclava de las criaturas.” Así que si caminas, si obras, si hablas, en cualquier cosa que hagas, tu único fin debe ser de agradarme sólo a Mí. ¡Oh! cuántos defectos evitarás si haces así.”
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“También quiero que si las personas te mortifican, te injurian, te contradicen, la mirada también fija en Mí, pensando que con mi misma boca te digo:
“Hija, soy propiamente Yo que quiero que sufras esto, no las criaturas, aleja la mirada de ellas, sino sólo Yo y tú siempre, todas las demás destrúyelas. Mira, quiero hacerte bella por medio de estos sufrimientos, te quiero enriquecer con méritos, quiero trabajar tu alma, volverte similar a Mí. Tú me harás un regalo, me agradecerás afectuosamente, serás agradecida con aquellas personas que te dan ocasión de sufrir, recompensándolas con algún beneficio”.
Haciendo así caminarás recta ante Mí, ninguna cosa te dará más inquietud y gozarás siempre paz.”

Cp.10. La criatura debe morir a sí misma para vivir solo en Jesús: Necesidad del espíritu de mortificación y de la Caridad.
“Es una virtud que da vida y esplendor a todas las demás, de modo que sin ella todas están muertas y mis ojos no sienten ningún atractivo y no tienen ninguna fuerza sobre mi corazón; estate pues atenta y haz que tus obras, aun las mínimas estén investidas por la Caridad, esto es, en Mí, conmigo y por Mí”.
“Quiero”, (me decía,) “que en todas tus cosas, hasta las necesarias sean hechas con espíritu de sacrificio. Mira, tus obras no pueden ser reconocidas por Mí como mías si no tienen la marca de la mortificación, así como la moneda no es reconocida por los pueblos si no contiene en sí misma la imagen de su rey, es más, es despreciada y no tomada en cuenta, así es de tus obras, si no tienen el injerto con mi cruz no pueden tener ningún valor.
Mira, ahora no se trata de destruir a las criaturas, sino a ti misma, de hacerte morir para vivir solamente en Mí y de mi misma Vida. Es verdad que te costará más que lo que has hecho, pero ten valor, no temas, no lo harás tú sino Yo que obraré en ti”.
“Tú no eres otra cosa que una sombra, que pasa rápidamente, la cual, mientras quieres tomarla te huye. Por eso si quieres llegar a hacer en mí algo grande, estímate siempre nada; complaciéndome en tu verdadera humillación, derramaré en ti mi Todo”
“Ponte junto a Mí, apóyate en mi brazo, Yo te sostendré con mis manos y tú recibirás fuerza. Tú estás ciega, pero mi luz te servirá de guía. Mira, me pondré delante y tú no harás otra cosa que mirarme para imitarme.”

Cp.11. El alma debe, como primera cosa, hacer morir en todo y para todo la propia voluntad, mortificándola constantemente en todo

“Por ti misma, eres verdaderamente ciega, pero no temas; mi luz más que nunca será tu guía, más aún, Yo mismo estaré en ti y contigo obrando cosas maravillosas; entonces sígueme en todo y verás. Por ahora me pongo delante de ti como espejo y tú no harás más que mirarme para imitarme, pero no pierdas de vista mi Persona.

La primera cosa que quiero que mortifiques es tu voluntad, aquel “yo” se debe destruir en ti, quiero que la tengas sacrificada como víctima ante Mí para hacer que de tu voluntad y de la mía se forme una sola.
¿No estás contenta con esto?
Prepárate, pues, a las contradicciones que te sean dadas por Mí mismo y por las criaturas”.
...
“Sí, Yo mismo te contradiré en todo, y a veces por medio de las criaturas”.
...
“Tú descansas, y Yo no tuve otro lecho que la cruz, pronto, pronto, no tanta satisfacción”.
...
“No quiero, tu vista no la alejes de ti más allá que la distancia de un paso a otro, para hacer que no tropieces”.
...
“Yo todo lo he creado por amor tuyo, tú priva a tu vista de este contento por amor mío”.
...
“No debes tomar otro placer que en Mí solo”.
...
“Estás demasiado cómoda, ¿no te acuerdas que mi Vida fue un continuo penar? ¿Y tú? ¿Y tú?”.
...
“Pronto, apúrate, que el tiempo que ganarás apurándote vendrás a pasarlo junto conmigo en la oración”.
...
“Sí, sí”, (me respondía,) “lo haremos juntos a fin de que después que hayas terminado quedemos más libres”.
...
“Qué, qué,” (me decía,) “¿y tú tienes Fe?” (“Sí”).
...
“Pues no temas, te haré terminar todo”.
...
“Pronto, pronto, no te hagas esperar; quiero que comas por amor a mí y mientras tomas el alimento que se une al cuerpo, me rogarás que una mi amor al tuyo, de modo que mi espíritu venga a unirse a tu alma y toda cosa tuya quedará santificada por mi Amor…”
...
“¿Tal vez te has olvidado que Yo no tuve otro gusto que sufrir por amor tuyo, y que tú no debes tener otro gusto que el mortificarte por amor mío? Déjalo y come lo que no te agrada.”
...
“Mira, Yo estoy solo y sufro sin ti; no sientas pena de que no puedes dormir, se trata de hacer compañía a tu Dios, a tu Esposo, a tu Todo que es continuamente ofendido, ¡ah! no me niegues este consuelo con tu amorosa compañía, a fin de que los latidos de tu amor, uniéndose a los míos, vengan a mermar en parte, la amargura que me causan las muchas ofensas que recibo día y noche y Yo no te dejaré sola en tus sufrimientos y aflicciones, sino que te corresponderé con mi compañía.”
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“Cálmate, cálmate, heme aquí, estoy ya en tu corazón, ¿de qué temes ahora? No te aflijas más, Yo mismo te quiero enjugar las lágrimas, tienes razón, tú no podías estar sin Mí, ¿no es verdad?”
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Cp.12 Jesús quiere que el alma se enamore del padecimiento por su Amor: Por eso la lleva a sumergirse en el mar sin límites de su Pasión. La primera visión de Jesús doliente“Amada mía, las cosas pasadas no han sido más que un preparativo, ahora quiero venir a los hechos, y para disponer tu corazón para hacer lo que quiero de ti, esto es, la imitación de mi Vida, quiero que te internes en el mar inmenso de mi Pasión, y cuando tú hayas comprendido bien la acerbidad de mis penas, el amor con el que las sufrí, quién soy Yo que tanto sufrí, y quién eres tú, vilísima criatura, ah, tu corazón no osará oponerse a los golpes, a la cruz que Yo, sólo por tu bien le tengo preparada, más bien al sólo pensar que Yo, tu maestro, he sufrido tanto, tus penas te parecerán sombras comparadas con las mías, el sufrir te será dulce y llegarás a no poder estar sin sufrimientos”.
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“Esto, mi amada, desde luego, porque sino te sintiese en cualquier cosa que se emprende, un cierto arrebato de amor, ciertamente no se la podría llevar a cabo; y quien la emprende de mala gana, aun cuando la lleve a término, no recibirá de mí la recompensa. Sepas que tú, para enamorarte de mi Pasión, antes de nada deberás considerar con calma y reflexión todo cuanto he padecido por ti, a fin de que puedas formarte juicio conforme al mío del verdadero Amor, que nada omite por el bien de la persona amada”.
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“Un Dios paciente, ¿y tú? Un Dios humilde y sometido aun a sus mismos enemigos, ¿y tú? Un Dios que sufre tanto por amor tuyo, y tus sufrimientos por amor suyo, ¿dónde están?”

...
Cp. 13. Jesús quiere que el alma toque con la mano la propia nada y se disponga a la más profunda humildad: y por eso la priva de todo consuelo y gracia sensible, ocultándose a ella.
“No podrás verdaderamente asemejarte a Mí sino por medio de los sufrimientos. Hasta ahora he estado junto a ti, ahora quiero dejarte sola un poco, sin hacerme sentir.

Mira, hasta ahora te he llevado de la mano, enseñándote y corrigiéndote en todo, y tú no has hecho otra cosa que seguirme.

Ahora quiero que hagas por ti misma, pero más atenta que antes, pensando que te estoy mirando fijamente, pero sin hacerme sentir, y que cuando vuelva a hacerme sentir vendré, o para premiarte si me has sido fiel, o para castigarte si has sido ingrata.”
...
“Es que te quiero hacer comprender bien quién eres tú. Mira, lo hago por tu bien, no te entristezcas, quiero preparar tu corazón a recibir las gracias que he diseñado sobre ti.
Hasta ahora te he asistido sensiblemente, ahora será menos sensible, te haré tocar con la mano tu nada, te cimentaré bien en la profunda humildad para poder edificar sobre ti muros altísimos, así que en vez de afligirte deberías alegrarte y agradecerme, pues cuanto más pronto te haga pasar el mar tempestuoso, tanto más pronto llegarás a puerto seguro; a cuantas más duras pruebas te sujetaré, tantas gracias más grandes te daré.
Así que, ánimo, ánimo, y después pronto vendré.”

...
Cp. 14. El alma experimenta que no es capaz de nada sin Jesús, y que todo lo debe a Él. Jesús, el verdadero Director Espiritual, la instruye sobre el modo de comportarse en el estado de oscuridad y abandono, en la oración, en la comunión y en las visitas a Jesús Sacramentado.

“Si me eres fiel vendré para premiarte, si ingrata para castigarte.”
...
“Es nada lo que has pasado, prepárate a pruebas más duras; por esto he venido, para disponer tu corazón y fortificarlo. Dime, hija de mi Querer[1], todo lo que has pasado, tus dudas y temores, todas tus dificultades, para poderte enseñar el modo de como comportarte en mi ausencia.”
[1] Por primera vez Jesús le da ese nombre.
....
“Has hecho mal al estarte tan turbada, ¿no sabes tú que Yo soy espíritu de paz?
Y la primera cosa que te recomiendo es no disturbar la paz del corazón; cuando en la oración no puedes recogerte, no quiero que pienses en esto o aquello, como es o como no es, haciendo así tú misma llamas a la distracción.
Más bien, cuando te encuentres en ese estado, la primera cosa es que te humilles, confesándote merecedora de esas penas, poniéndote como un humilde corderillo en manos del verdugo, que mientras lo mata le lame las manos; así tú, mientras te ves golpeada, abatida, sola, te resignarás a mis santas disposiciones, me agradecerás de todo corazón, besarás la mano que te golpea, reconociéndote indigna de esas penas, después me ofrecerás aquellas amarguras, angustias y tedios, pidiéndome que los acepte como un sacrificio de alabanza, de satisfacción por tus culpas, de reparación por las ofensas que me hacen.
Haciendo así tu oración subirá ante mi trono como incienso olorosísimo, herirá mi corazón y atraerá sobre ti nuevas gracias y nuevos carismas.
El demonio viéndote humilde y resignada, toda abismada en tu nada, no tendrá fuerza de acercarse. He aquí que donde tú creías perder, harás grandes adquisiciones.
Respecto a la comunión no quiero que te aflijas de que no sabes estar, haz cuanto puedas para recibirme bien, agradéceme después de haberme recibido; pídeme las gracias y ayudas que necesitas y del resto no te preocupes ya que lo que te hago sufrir en la comunión no es sino una sombra de las penas que sufrí en el Getsemaní, ¿qué será cuando te haga partícipe de los flagelos, de las espinas y de los clavos?
El pensamiento de las penas mayores te hará sufrir con más ánimo las penas menores; entonces, cuando en la comunión te encuentres sola, agonizante, piensa que te quiero un poco en mi compañía en la agonía del huerto.
Por tanto ponte junto a Mí y haz una comparación entre tus penas y las mías, mira, tú sola y privada de Mí, y Yo también solo, abandonado por mis más fieles amigos que están adormilados, dejado solo hasta por mi Divino Padre, y además en medio de penas acerbísimas, rodeado de serpientes, de víboras y de perros enfurecidos, los cuales eran los pecados de los hombres, y donde estaban también los tuyos, que hacían su parte, que me parecía que me querían devorar vivo, mi corazón sintió tanta opresión que me lo sentí como si estuviera bajo una prensa, tanto que sudé viva sangre.
Dime, tú ¿cuándo has llegado a sufrir tanto?.
Entonces, cuando te encuentres privada de Mí, afligida, vacía de todo consuelo, llena de tristezas, de afanes, de penas, ven junto a Mí, límpiame esa sangre, ofréceme esas penas como alivio de mi amarguísima agonía. Haciendo así encontrarás el modo de entretenerte conmigo después de la comunión; no que no sufras, porque la pena más amarga que puedo dar a mis almas queridas es el privarlas de Mí, pero tú, pensando que con tu sufrir me das consuelo, estarás contenta.
En cuanto a las visitas y actos de reparación, tú debes saber que todo lo que hice en el curso de los treinta y tres años, desde que nací hasta que morí, lo continúo en el sacramento del altar.
Quiero nacer en el corazón de todos los mortales y por eso obedezco a quien del Cielo me llama a inmolarme en el altar; me humillo esperando, llamando, amaestrando, iluminando y el que quiere puede confortarse tomándome Sacramentado; a éstos doy consuelo, a aquellos fortaleza y ruego por eso a mi Padre que los perdone; estoy ahí para enriquecer a los unos, para desposarme con los otros, velo por todos; defiendo a quien quiere ser defendido por Mí; divinizo a quien quiere ser divinizado; lloro por los incautos y por los disolutos; me hago adorante perpetuamente para reintegrar la armonía universal y para cumplir el supremo designio divino, cual es la Glorificación absoluta del padre, en el perfecto homenaje exigido por Él, pero que no se le da por parte de todas las criaturas por quienes me he sacramentado.
Por eso quiero que tú, en correspondencia a este mi infinito Amor al género humano, me hagas diariamente treinta y tres visitas, para honrar con ellas los años de mi Humanidad pasados entre vosotros y por vosotros todos, hijos míos, regenerados con mi preciosísima Sangre, y que, con eso, te unas a Mí en este Sacramento, teniendo como mira el hacer siempre mis intenciones de expiación, de reparación, de inmolación y de adoración perpetua.
Estas treinta y tres visitas las harás siempre, en todos los tiempos, en cada día y en cualquier lugar donde puedas encontrarte, pues Yo las aceptaré como si fueran hechas en mi Presencia sacramental…
Esto lo harás en todos los momentos del día, el primer pensamiento de la mañana debes hacer que vuele a mí, Prisionero de Amor, para darme tu primer saludo de Amor por mí, y de ahí la primera visita confidencial en la que tú a mí y yo a ti nos preguntemos mutuamente cómo hemos pasado la noche y nos animaremos mutuamente; y así, tu último pensamiento y tu último afecto de la noche será venir nuevamente a mí a fin de darte la bendición y te haga reposar en mí, conmigo y por mí; y tú entre tanto me darás el último beso de amor, con la promesa de unión conmigo sacramentado.
Las otras visitas me las harás como mejor se presente la ocasión más propicia para concentrarte toda en mi Amor”.
...
“Sí, sí que te contentaré en esto, como te he satisfecho en tantas otras cosas. Yo quiero solamente tu buena voluntad y por mi parte, cualquier ayuda que quieras de Mí, te la daré de muy buena gana y copiosamente”.


Cp-15. Jesús solicita al alma, para enriquecerla y embellecerla más y unirla más íntimamente a Sí, sostener una terrible lucha contra los demonios.

“¿Me amas tú verdaderamente?
¿Estás dispuesta y pronta a hacer lo que Yo quiero de ti?
Si quisiera de ti, todavía, el sacrificio de la vida, ¿estarías dispuesta, por amor mío, a aceptarlo de buen ánimo?
Sepas que, si estás pronta a hacer todo lo que Yo quiero, haré de ti y por ti lo que tú quieres de Mí”.
...

“¿Pero verdaderamente estás pronta a todo lo que Yo quiero de ti…?”.
...

“Pues bien, quiero purificar tu alma de todo mínimo lunar que pudiera impedir mi Amor en ti; quiero probar tu fidelidad hacia Mí, para poder tenerte como toda mía; quiero comprobar que todo lo que Me has dicho es verdad… Por eso quiero ponerte bajo la prueba de una durísima batalla; pero en esta tú nada tienes que temer; pues Yo seré tu brazo y tu fuerza y no sufrirás ningún desastre, ya que Yo combatiré junto contigo y por ti.
La batalla, pues, está pronta; los enemigos están en un tenebroso escondrijo, ideando la más áspera acción de guerra y Yo les daré libertad de asaltarte, de atormentarte, de tentarte en toda forma, a fin de que cuando tú te hayas liberado, gracias a las armas de tus virtudes, que arrojarás contra los vicios opuestos por ellos, éstos quedarán escarnecidos para siempre y tú te encontrarás en posesión de mayores virtudes y tu alma retornará como un rey, que después de haber vencido en la batalla, retorna glorioso a su reino, adornado de coronas, medallas y méritos, trayendo consigo inmensas riquezas.
Así tu alma, embellecida y enriquecida de nuevos méritos, tendrá de Mí no solo nuevos dones sino que Yo mismo Me daré a ella. Ánimo, pues, que Yo, después de alcanzada la victoria de la lucha sostenida contra los demonios, inmediatamente formaré en ti mi estable y perenne morada y así estaremos siempre unidos.
Es verdad que Yo te pongo en una prueba muy dolorosa y en una encarnizada y sangrienta lucha, ya que los demonios no te darán reposo ni tregua, ni de día ni de noche; pero tú entre tanto ten siempre en la mira cuanto Yo te propongo.
En mi Nombre darás inicio a la pugna; durante el combate este Nombre será continuamente invocado por ti, pues te servirá de baluarte de seguridad: y lo pondrás como sello al cumplimiento de tu más dolorosa prueba, comenzada, sostenida y terminada victoriosamente en mi Querer, que quiere hacerte enteramente semejante a Mí; y no hay otro camino ni otro medio de alcanzar esto, si no es a través de indecibles e inmensas tribulaciones, las cuales después te serán bien recompensadas”.
...

“No te aflijas tanto, sabe que jamás permitiré que ellos te tienten por encima de tus fuerzas; y sabe también que jamás Yo pongo a las almas en batalla con ellos, para hacer que perezcan; en efecto antes mido sus fuerzas, otorgo mi Gracia eficaz y luego las introduzco en la áspera batalla y si algún alma a veces cae no es nunca por falta de mi Gracia, sino porque no ha querido mantenerse unida a Mí, mediante la continua oración; sin ésta ha ido mendigando de las criaturas la sensibilidad confusa de mi Amor, sin considerar que solo Yo puedo llenar y saciar el corazón humano; o bien fundándose el alma en su propio juicio, se ha apartado no poco de la vía segura de la obediencia, creyendo con soberbia que su juicio era más exacto y más equilibrado que el juicio de quien es guía de almas en mi remplazo… No es de extrañarse que almas de tan duro temperamento se derrumben”.
“Te recomiendo, pues, antes de todo, la constante oración, aun cuando tuvieres que sufrir penas de muerte, sin descuidar las oraciones que acostumbras hacer; más aún, cuanto más próxima te veas del precipicio, tanto más Me invocarás con la oración confiada, en la plena certeza de ser ayudada por Mí.
Además quiero que de ahora en adelante abras tu corazón al Confesor, descubriéndole todo lo que se desarrolle en ti; en sus manos pondrás ciegamente la solución del problema de tu futuro, sin desaliento; y de cuanto se te diga, no dejarás nada de poner en práctica, recordando entonces lo que te digo ahora, que serás rodeada de densas tinieblas y te encontrarás como quien no tiene ojos, por lo cual necesita de una mano amiga que le guíe… Para ti el ojo será la voz del Confesor, que como luz y viento disipará las tinieblas; la mano será la obediencia, que te hará de guía y de sostén para hacerte llegar a puerto seguro.
Por último te recomiendo valor; quiero que entres con intrepidez en batalla, porque lo que más hace temer a un ejército enemigo es el observar el valor y la fuerza con que los adversarios se aventuran a fuerza con que los adversarios se aventuran a la pelea, afrontando sin temor alguno los más siniestros ataques.
Así los demonios, nada temen más que un alma adiestrada con su valor, que se basa en Mí y que apoyada en Mí va contra ellos, haciéndose invicta exterminadora de quien se le pone delante, de modo que, aterrados y asustados, quisieran precipitadamente darse a la fuga, pero no pueden, porque atados por mi Voluntad, están obligados a sufrir el más grande tormento y su más vergonzosa rendición…
Ánimo, pues, ánimo, que si Me eres fiel te suministraré siempre con más abundancia mi Gracia y nueva fuerza, a fin de salir victoriosa sobre ellos”.


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 Cp. 16 Luisa supera una terrible prueba, luchando contra los demonios.

“Ten paciencia todavía para sufrir otras molestias, que luego se te dará completa paz”,

[1] Son las primeras veces que Luisa se ve reducida a este estado de inmovilidad o petrificación, del que, durante toda su vida, cada día deberá ser liberada con la obediencia.
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Cp.17 Luisa ve a Jesús doliente una segunda vez y acepta el estado de Víctima

[17] En esta visión de Jesús, Luisa perdió los sentidos la primera vez.

...la Virgen Madre,dolorida y desatada en un mar de lágrimas, me invitó a acercarme diciéndome:

“¿Ves, hija mía, a qué me Lo han reducido a mi Hijo…?

Considera un poco cómo tratan los hombres a su Señor, Creador y sumo Benefactor: no Le dan tregua ni reposo y ahora me Lo dan todo deshecho. Considera las enormes ofensas que cometen tratándole de este modo y los terribles castigos que Dios, su Padre, lanzará sobre ellos…”.
...“Acércate a besar las llagas de mi dulcísimo y sumo Bien; y en tanto, dime, ¿quisieras hacerte Víctima por su Amor?
¿Quisieras sufrir en vez de Él, que tanto sufre por ti, las ofensas que Le hacen los hombres perversos y malvados?
Ofreciéndote tú como Víctima Le darás alivio y consuelo en su tanto dolor; ¿no estás tú dispuesta a este sacrificio por Amor de Él, que tanto te ama?
...

“¿Has observado tú las enormes ofensas que me hacen la mayor parte de los hombres?
Todos, quien más, quien menos, transitan por los caminos de la iniquidad, por lo cual, sin advertirlo, muchísimos de ellos propendiendo siempre al mal, caerán de abismo en abismo en el caos infernal.
Ven conmigo a ofrecerte, también tú, ante la Divina Justicia ultrajada, como Víctima de reparación por las muchas ofensas que siempre se cometen, a fin de que mi Padre Celestial quiera hacerse propicio otorgándonos la conversión de los pecadores, que a ojo cerrado beben de la fuente envenenada del pecado… Pero sabe que tienes delante un doble campo, el uno de sufrimientos más o menos atroces y el otro de singularísimas Gracias.
Si rechazas el primero, no podrás ciertamente participar de las Gracias que se prometen a quien haya combatido valerosamente; pero si aceptas, sabes que Yo no te dejaré sola, sino que vendré a ti a sufrir todo lo que de ultraje se Me hace de parte de los hombres, lo cual es ciertamente una Gracia singularísima que se ha otorgado a pocos, ya que no están dispuestos a entrar en el centro del campo de los sufrimientos.
En segundo lugar es Gracia también singularísima, pues te prometo sublimarte a tanta gloria cuantos sufrimientos te sean comunicados por Mí.
En tercer lugar te daré por ayuda y como guía y consuelo, a mi Santísima Madre, a quien le es dado concederte cualquier Gracia, más aún, el tesoro de las Gracias, a medida de tu correspondencia.
¿Te parece poco, tal vez, este inmenso Bien mío?
Pues bien, haz la prueba y te encontrarás elevada por sobre todos los mortales”.


Cp.18. La Víctima comienza a hacer su función, tomando parte en las penas de Jesús, coronado de espinas, para reparar por los pecados, especialmente de soberbia. Comienza para Luisa el ayuno.

“Hija mía, mira qué me hacen sufrir los hombres por completo desamorados de Mí. Es tan grande su soberbia en estos tristes tiempos que hasta el aire que respiramos me lo han infestado; más aún es tal el hedor de este aire que no solo se ha esparcido por todas partes, sino que ha llegado hasta el Trono de mi Padre, allá en los Cielos…
Como puedes considerar, el estado de estos miserables tiende a hacer cerrar para ellos las puertas del Cielo; ellos ya no tienen ojos para conocer la Verdad, porque del pecado de soberbia ha venido el ofuscamiento total de sus mentes y la depravación del corazón, por lo cual se han dejado llevar a toda intemperancia y torpeza; y Yo en vista de su perdición, sufro acerbas penas e indecibles aflicciones y dolores.
Ah, dame tú un alivio y una reparación por tantas injurias que se Me hacen continuamente…
¿No quisieras tú al menos mitigar los dolores que me causa esta corona de punzantes espinas?”.

....

Cp.19. Sufrimientos de parte de la familia. Sumo temor y repugnancia de Luisa, de que los demás puedan percatarse de sus sufrimientos y de cuanto le sucedía: pero el Señor hace que lo adviertan.
“Hija mía, todo lo que has visto hacer de Mí, es nada y una pura nada en comparación de todas las ofensas que continuamente se Me hacen por la mayor parte del género humano, ya que su ceguera los tiene engolfados en las cosas terrenas y en forma tal que los hace llegar a ser despiadados y crueles no solo conmigo sino también con ellos mismos; han repudiado toda verdad sobrenatural, dándose con todas sus fuerzas en busca de oro, pero esto los ha arrojado al fango de toda suciedad y han caído en el total desprecio de su eterno destino.
¿Quién, oh hija, pondrá dique a la inundación de tan monstruosa ingratitud, que se ensancha cada vez más en el mundo de los falsos regalones?
¿Quién tendrá compasión de tanta gente que Me cuesta Sangre y vive como sepultada en la hediondez de las cosas terrenas?
Ah, tú ven conmigo a orar, a llorar y a reparar las ofensas que hacen a mi Padre tantos ciegos que son todo ojos para todo lo que sabe a tierra, mientras no tienen mente y corazón sino para despreciar y pisotear mis numerosas Gracias, poniendo todo lo que ha sido obrado por Mí para su provecho, bajo sus inmundos pies, como si fuese vil fango…
Ah, levántate al menos tú sobre todo lo que sabe a tierra; aborrece y desprecia todo lo que no Me pertenece; enamórate cada vez más de las cosas que saben a Cielo y así no te hagan más impresión los insultos que te vienen de la familia, ahora que Me has visto sufrir a Mí insultos mucho más abominables; solo toma en cuenta mi honor y el repararme por tantas ofensas que se Me hacen continuamente y luego considera la pérdida de tantas almas.
¡Ah, no Me dejes solo en medio de tantas penas que Me desgarran el Corazón…!
Pero sabe que todo lo que sufres ahora es nada en comparación con todas las penas que sufrirás después; ¿No te he dicho acaso y repetido muchas veces, que quiero de ti la imitación de mi Vida?
Mira cuán diferente de Mí eres todavía. Por eso cobra ánimo y nada temas, que así podrás llegar en cierto modo a ayudarme”.
...

- “Hija mía, no te aflijas tanto por esto, sino trata más bien de abandonarte como muerta en mis brazos; mientras tú tengas los ojos abiertos para observar lo que hacen y dicen las criaturas respecto de ti, sabe que no puedo actuar libremente en ti.
¿Quieres, pues, fiarte de Mí?
¿Acaso no has experimentado cuánto te quiero?
Pues bien, sabe que todo lo que permito que te suceda, sea por medio de los demonios o de parte de las criaturas, está dirigido por Mí para tu mayor bien, que no tiende a otra cosa sino a conducir tu alma al estado último para el que te he elegido.
Por eso quiero que estés tranquilamente en mis brazos y a ojos cerrados, sin mirar ni investigar cuanto acontece a tu alrededor, pues de lo contrario perderías el tiempo y no podrás llegar al estado de vida al que estás llamada.
Y en cuanto a las personas que te rodean, no te preocupes; usa con ellas un profundo silencio, sé benévola y sometida en todo; haz que tu vida, tu pensamiento, tu palpitación y tus respiraciones y afectos, sean continuos actos de reparación, que aplacan a la Divina Justicia, ofreciendo con ellos las molestias que te causen las criaturas”.
...

(De aquí en adelante cuando Luisa era arrebatada a la contemplación de Jesús, caía en un estado de petrificación física; su cuerpo quedaba privado de toda función vital y como “congelado”; años después escribe – a esto se añadió que su alma, atraída por Jesús en su visión, lo que ocurría casi todas las noches, salía del cuerpo y volvía a la vida solo cuando al otro día, le daba la obediencia un Sacerdote, la mayoría de las veces el Confesor. De todos modos las diversas visitas médicas no dieron resultado: En Luisa no había ninguna enfermedad; y permaneció en cama ante todo por el hecho de que era sorprendida por el adormecimiento y luego por el estado continuo de sufrimientos como Víctima.)

“Valor, hija mía, estoy Yo en tu ayuda; ¿qué temes?
Piensa que también Yo he sufrido de parte de todo grupo de personas y de éstas, hubo quien pensaba de un modo y quien de otro y a tal punto que las cosas más santas que Yo hacía eran juzgadas por ellas aviesamente como defectuosas y aun malas y hasta llegaron a decirme que Yo estaba endemoniado, tanto que Me hacían mirar por los otros con ojos torvos y me tenían entre ellos de mala gana, maquinando la manera y el medio de quitarme lo más pronto la vida, porque mi presencia se había hecho para muchos intolerable, porque servía de reprensión para los malvados, mientras que de mucho consuelo para los buenos.
Entonces, ¿no quieres tú hacerte semejante a Mí, que te quiero hacer partícipe de los sufrimientos que padecía de parte de las criaturas?”.

Cp.20. La cruz de saber que los propios padecimientos son conocidos por los demás: y ésta fue también una pena de Jesús.

“Hija mía, ven a Mí, que te quiero consolar; tienes razón de quejarte así, porque sufres, pero es necesario que recuerdes cuánto más he sufrido Yo por tu amor. También mis sufrimientos fueron hasta cierto punto del todo ocultos; pero cuando, después, la Voluntad de mi Padre quiso hacerme padecer públicamente, pronto fui al encuentro de todo desprecio, oprobio y confusión, hasta ser despojado de los vestidos y desnudo aparecí en medio de un numerosísimo pueblo.
¿Podrías tú ahora imaginar mayor confusión que ésta?
Sin embargo mi naturaleza sentía en sí viva esta especie de confusión, pero mi mirada estaba fija en la Voluntad de mi Padre y ofrecía la pena y los sufrimientos en reparación de las muchas ofensas que hacen los hombres, cometiendo las más nefandas acciones en presencia del Cielo y de la tierra sin ninguna vergüenza y más bien las cometen a ojos vista y con aires de ostentación, como si hubiesen llevado a cabo alguna obra grandiosa… y Yo, a pesar de todo esto, decía a mi Padre:
“Padre Santo, acepta mi confusión y mis oprobios en reparación de las muchas culpas que cometen tantos que descaradamente y sin freno Te ofenden públicamente, con grave escándalo de los niños pequeños; perdónales, pues y dales supremas luces, para que vean la fealdad del pecado y, convirtiéndose vuelvan al sendero de la virtud…”.
Ahora, si tú quieres imitarme, ¿no debes participar en esta especie de sufrimientos tolerados todavía por Mí, por el mayor bien de todos?
¿No sabes que los más hermosos regalos que puedo dar a las almas que se Me han hecho más queridas, son las cruces y las penas que Me tocaron tan de cerca?
Tú eres todavía niña en la vía de la Cruz y por eso te sientes demasiado débil, pero cuando te hayas hecho más grandecita y hayas conocido bien cuán precioso es el desnudo padecer, entonces se hará más vivo en ti el deseo de sufrir; apóyate, pues en Mí y descansa, que así adquirirás fuerza y amor al padecer”.

Cp. 21.Luisa se ve obligada a estar en cama por períodos de tiempo[1]; Se acentúa la posibilidad de comer. Es llamado por primera vez el Confesor, el cual la libera del estado de petrificación.



[1] Por la cronología de la vida de Luisa, estos hechos se dan a la edad de 17 años, probablemente después de la Novena del Nacimiento.
 Estamos en el año de 1883 y Luisa comienza su vida en la cama.  De manera definitiva Luisa quedará en cama a los 22 años de edad (desde principios de 1888).

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Cp 22. Una nueva cruz durísima para Luisa: la sujeción, como Víctima a la potestad de los Sacerdotes. Sufrimientos penosísimos que tuvo que soportar por parte de ellos.

“Hija mía, tu confianza debe estar puesta toda en Mí; está tranquila y enteramente confiada y resignada, porque la una y la otra, puestas en Mí, vuelven el alma luminosa, haciendo que las otras pasiones estén en su puesto, de modo que, atraído Yo por aquellos rayos de luz, comunicados por Mí mismo, tomo posesión del alma y la plasmo toda en Mí, para hacerla vivir de mi misma Vida”.
...
“Hija mía, no temas; Yo soy El que da las tinieblas y El que da la luz; ahora ha sido el tiempo de las tinieblas, pero el tiempo de la luz vendrá pronto. Sabe además, que mi costumbre es manifestar mis obras por medio de los Sacerdotes; a ellos les he dado el poder conocer bien, juzgar y animar al alma a proseguir sin perplejidades, si todo está según el criterio de la Revelación o bien hacer suspender y dejar todo lo que se juzgue no estar conforme al criterio de esas revelaciones…”.
...

Cp. 23.. Luisa se somete, con la Gracia, a las penas y contradicciones que le vienen de los Sacerdotes. Jesús, sirviéndose de la epidemia del cólera, le pone al pie de candil, haciendo pública su condición de Víctima.

“Bien, Yo estoy por contentarte, con tal que quieras ofrecerte como Víctima de reparación, sufriendo de buena gana cuanto de grave y doloroso se transmita a tu alma y a tu cuerpo”.
“Hija mía, Si hubiese querido opinar sobre lo que los hombres estaban por hacer con mi Humanidad, ciertamente no habría obrado la Redención del género humano, pero en cambio yo no tuve otro propósito que su eterna salvación. Fue el grande Amor que Me devoraba, el que Me hizo hacer el sacrificio de todo y de todos; y las mismas penas y sufrimientos, los mismos dolores y disgustos que las criaturas Me daban injustamente con su modo de pensar y actuar contra Mí, los ofrecía Yo a mi Eterno Padre por la salvación eterna de ellas.
¿Te has olvidado que Yo quiero de ti la imitación de mi Vida?
Sepas que para imitarme en todo lo que hice en el curso de 33 años, no solo debes someterte a mis trabajos, a las contradicciones, penas, dolores y sufrimientos de muerte, sino que también debes sufrirlos del modo como fueron soportados por Mí.
Con esta condición se pide de ti la imitación de mi Vida, si lo quieres; Por el contrario, con imitarme a tu modo, no es ni será nunca de mi agrado todo lo que puedas hacer.
El acto más bello y más grato a Mí es el que hace incondicionalmente el alma, en cuanto que se sujeta de tal modo que ya no tiene su voluntad en el obrar, sino que en todo y para todo depende de mi Voluntad; procura, pues, hacer este acto heroico de morir a tu voluntad y de vivir siempre en la Mía, a fin de que puedas encontrar en ti las más gratas complacencias[1].
Por ahora quiero que te hagas Víctima de amor, de reparación y de expiación por los mismos seres que no solo te son contrarios, sino también de gran molestia, considerando que ellos son hijos míos, redimidos con mi propia Sangre y si tú verdaderamente sintieras amor; deberías también sujetarte a darlo todo por su salvación”.

[1] Es la primera vez que Jesús le habla explícitamente del vivir EN SU Divina Voluntad, que será la misión a la cual la destina, siendo Luisa la primera.

... 

Cp.24. Cambio de Confesor. La primera obediencia que el nuevo Confesor le impuso fue el sujetarse como Víctima a los sufrimientos, solo con su autorización.     

“Hija mía, no te aflijas por esto; siendo Yo el dueño de los corazones, puedo volverlos y revolverlos como Me place. Si él como Confesor, te ha hecho bien, no ha sido otra cosa que un mensajero mío que recibía todo de Mí y te lo daba a ti como Yo disponía; y así lo haré con los otros: es decir los dispondré para que vayan a ti y les daré todas las Gracias que sirvan para el efecto.
¿Entonces, de qué tienes temor?
Hija mía, ¿cuántas veces tengo que repetirte que mientras tú tengas ojos para mirar ahora la izquierda, ahora a la derecha y pongas ya en una ya en otra cosa tu mirada, no podrás caminar bien y expeditamente en la vía del Cielo?
Si no fijas tus ojos solo en Mí, andarás siempre cojeando; el influjo de mi Gracia no podrá hacerse realidad en ti: por eso quiero que estés con santa indiferencia respecto de las cosas que te rodean, pero siempre atenta a complacerme, ejecutando todo lo que quiero de ti; de lo contrario, no podrás tener sobre los otros la preferencia en el estado de Víctima”.


Cp.25. Jesús solicita a Luisa ofrecerse como Víctima perpetua, en continuo estado de sufrimiento, para ahorrar a los hombres nuevos merecidos castigos y en especial una guerra y para preparar así la vía a nuevas Gracias de santificación para ella.

“Hija mía, las iniquidades que comenten los hombres son tales y tantas, que la balanza de mi Justicia ha perdido en forma excesiva su equilibrio. La preponderancia del mal me hace salir fuera con la equivalencia de los flagelos que lanzaré sobre ellos, especialmente una guerra tremendamente feroz, en la cual y por lo cual haré de la carne humana una inaudita carnicería…

¡Ah, sí – proseguía, llorando -, les he dado cuerpos para que fueran otros tantos santuarios en los que pudiera deleitarme muchísimas veces y en vez de ello, los han transformado en cloacas de podredumbre, cuya pestilencia es tan grande que me han obligado a alejarme totalmente de ellos!
¡He ahí, hija mía, la recompensa a tanto Amor mío y a tantas penas sufridas por ellos!
¿Quién jamás en el mundo ha sido tan generoso en ayudarlos y ahora en dilatar tanto la justa venganza?
¡Ah, nadie ha sido semejante a Mí!
Entre tanto, ¿cuál es la causa de su perversión tan grande?
No otra, hija mía, que el demasiado bien que siempre he nutrido por ellos; pero ahora intentaré reducirlos a su deber con los más despiadados castigos”.
...
“Hija amada de mi Corazón, si de buena gana te ofreces a sufrir, no ya como en el pasado, es decir a intervalos de tiempo, sino de continuo, ciertamente Yo perdonaré a los hombres:
¿Pero sabes cómo?
Te pondré en medio, entre mi Justicia y las iniquidades de los hombres y cuando eche mano de mi Justicia enviándoles rayos de flagelos para castigar su iniquidad, encontrándote tú en medio, serás golpeada por ellos y quedarán los hombres inmunes de los golpes de mi Justicia.
Si quieres acceder a tanto, estoy pronto a perdonar a los hombres; si no, no podrás verme aplacado, ni podré ya abstenerme por mucho tiempo”.
...
“Nunca suceda, hija mía, que se actúe contra esta mi esposa de sangre; más bien acércate al Confesor y pídele su obediencia.
Si él quiere oírte, le dirás punto por punto lo que te he dicho y además añadirás que todo esto no será solo para el bien de las criaturas que viven actualmente en pecado, sino también para el bien de las que están por venir al mundo[1] y sobre todo para tu mayor bien, a saber que te sujetes a estos ininterrumpidos sufrimientos, casi mortales, ya que en este futuro estado al cual estás por someterte, gracias a la obediencia, te purificaré de tal modo que tu alma será hecha digna de elevarse a formar conmigo el místico Desposorio y después de todo esto haré tu última transformación en Mí, para llegar a ser los dos juntos como dos cirios derretidos al mismo fuego, que transfundidos el uno en el otro, vendrán a ser un solo cuerpo y así unidos por el único pensamiento, por el único amor y por la misma obra de reparación, nos trasformaremos Yo en ti y tú en Mí, de tal modo que quedes tú crucificada en Mí, conmigo y por Mí…
¿No estarías tú contenta si pudieras decir: Jesús, mi Esposo, está crucificado en mí y yo, su esposa, crucificada en Él?
Entonces sí que podrás decir que no hay cosa que te haga distinta de Jesús”.



[1] (Piénsese en estas primeras alusiones que Jesús hace a Luisa sobre la misión única a la cual la destina, como depositaria y dispensadora, fundadora de una estirpe y modelo del Reino del “FIAT” Divino en medio de las criaturas.)
[1] Preciosa indicación para la cronología de la vida de Luisa: Este primer volumen lo escribió en 1899: por eso QUEDO DEFINITIVAMENTE EN CAMA en 1887.  Los “40 días” y la indicación que más adelante hace de un primer día del año apenas después, nos llevan a precisar que Luisa se hizo Víctima perpetua en cama, hacia la mitad de noviembre de 1887; tenía 22 años.  Hay todavía otra confirmación: al comienzo (Pág. 1) dice: “Cuanto ha pasado en el transcurso de 16 y más años…”: es el comienzo de 1883: estamos en la Navidad de 1882 (Novena del Nacimiento: TODAVÍA en la edad de 17 años) (“Y más años”: desde que empezó a oír la voz de Jesús).  Esto confirma la fecha del comienzo del Volumen.
(Cfr. Vol. VIII, 8 abril, 1908)
(Cfr. Vol. IX, 14 oct. 1909)
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Cp. 26. Luisa, de ahora en adelante Víctima perpetua, queda definitivamente en cama, sola y solo para Jesús.

“Hija mía, no temas; Yo ya conozco tu debilidad y he preparado nuevas y especiales Gracias que sostendrán tu fragilidad.
¿No soy acaso Yo Omnipotente en todo, de manera que puedo suplir muy de otro modo la privación de recibirme en el Sacramento?
Resígnate entonces y poniéndote como muerta en mis brazos paternos, ofrécete como Víctima voluntaria para reparar las muchas ofensas que Yo recibo continuamente del género humano; así podrás hacer que Yo ahorre a los hombres los merecidos flagelos, pues si voluntariamente haces el sacrificio completo de ti misma, dándote como Víctima de amor, de expiación y de reparación en mis brazos por la salvación eterna de todos, te prometo que ni un solo día siquiera te haré estar sin venir a visitarte…
Si hasta ahora has sido tú la que has venido a Mí, de ahora en adelante, te aseguro, seré Yo quien infaltablemente vendré cada día a ti a visitarte; estas visitas podrán ser breves; pero serán siempre saludables y de gran consuelo para tu alma.
¿Estás contenta?
Y ya que me es conocida tu adhesión a mi Voluntad, sabe que desde este momento eres ya Víctima perenne en estado de menores o mayores sufrimientos, según que Yo lo quiera y lo requiera la reparación debida a las culpas que se cometen por las criaturas”.
...

● “Amada de mi Corazón, Yo te he querido poner en este estado para poder venir más libremente a conversar contigo. En efecto, primeramente te liberé del mundo exterior y luego de toda ocasión de tratar con las criaturas; después purifiqué tu interior de modo que no quedó en ti ni un pensamiento ni un afecto más de tierra y en lugar de ellos puse en ti pensamientos y afectos enteramente celestiales, desbordantes de amor hacia Mí; y ahora que todo te ha llegado a ser extraño y Yo contigo enteramente familiar; quiero identificarte conmigo, de modo que no solo el alma sino también el cuerpo puedan estar a mi disposición y hacer del uno y de la otra perpetuo holocausto delante de Mí.
Si no te hubiese confinado a esta camilla, no habrías podido tener el bien de ser visitada con tanta frecuencia por Mí, ya que habrías debido antes desempeñar los deberes de familia, con gran sacrificio tuyo y luego retirarte al oratorio de tu corazón y esperar una fugaz visita mía.
Ahora, ya no; hemos quedado solos y no hay quien pueda obstaculizar nuestra conversación y también las mutuas comunicaciones de nuestros dolores y nuestras penas y a mi semejanza podrás participar en cuanta alegría y contento Me vienen de los pocos buenos y en cuanta amargura, dolores y trabajos Me vienen de los malvados.
De ahora en adelante mis consuelos serán tuyos y los tuyos serán míos; asimismo mis aflicciones y las tuyas se comunicarán recíprocamente y puestas en común de tal manera que se haga desaparecer el “tuyo” y el “mío”, sino que el “tuyo” y el “mío” será llamado “nuestro”.
En una palabra, tú tomarás interés en mis cosas como si fueran verdaderamente tuyas y Yo igualmente en las tuyas, que, por cierto, son también mías, excepto tus imperfecciones…
“¿Sabes tú cómo he hecho Yo y cómo me comportaré contigo?
Al igual que un rey que se haya desposado recientemente con una noble reina, el cual, ansiando estar siempre cerca de ella, si por poco tiempo se ve obligado a alejarse de ella, su mente y su corazón están en continuo movimiento para ella, por lo cual trata de despachar lo más pronto posible todo negocio, para volver pronto a ella; una vez vuelto, es todo ojos a ella, para descubrir si alguna sombra de amargura hubiere en ella; y si quiere hablarle, hace que se aparte de las personas que la rodean, la toma consigo, la lleva a su habitación, cierra las puertas y pone fuera a una persona de su mayor confianza para hacerles la guardia, a fin de que nadie se atreva a interrumpir su conversación o bien escuchar sus coloquios secretos.
Estando así solos, se comunican todo entre sí y si alguien imprudentemente quisiere quitarles la paz y causarles algún estorbo, sería inmediatamente alejado del rey como perturbador de su alegría y luego severamente castigado. Así he procedido contigo, poniéndote en este estado; por eso, ¡ay!, del que quisiese apartarte del mismo, pues no solo me causaría disgusto, sino que sería también castigado por Mí.

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 Cp-27. Jesús llama al alma a una perfecta conformidad con su Voluntad; quiere en ella un absoluto desasimiento de todo y una perfecta pobreza.

- “Yo quiero de ti perfecta conformidad con mi Voluntad, de modo que tu voluntad venga a disolverse totalmente en la Mía”.
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“Hija mía, de ti ansío un absoluto desasimiento de toda cosa que no sea mía, o sea todo lo que sabe a tierra quiero que lo tengas como estiércol y podredumbre, que te dé horror aun el mirarlo, porque las cosas terrenas, mientras no sean de absoluta necesidad, el solo tenerlas en torno y mirarlas con complacencia congelan el corazón y obscureciendo las cosas del Cielo impiden que se realice el místico Desposorio que desde hace un tiempo he prometido que quiero hacer contigo.
Sepas que Yo nada aprecié de las cosas de acá abajo, excepto las puramente necesarias; por eso Me sujeté a la desnuda pobreza, que también quiero que tú la practiques, despreciando todo lo que no te sea necesario…
En esta camilla, imitándome en la pobreza,
debes considerarte más que una verdadera mendiga y solo así podrás decirte efectivamente pobre; jamás entre en ti el ansia de adquirir, porque quiero que en ti esté la verdadera pobreza afectiva, con la cual nada ansíes, nada tomes si no te fuere absolutamente necesario y de esto, incluso agradéceme primero a Mí y luego a tus donantes. Por eso quiero que de ahora en adelante, estés a lo que se te da, sin pedir otra cosa, porque podría ser estorbo a tu mente deseando lo que no te fuere dado; pero con santa indiferencia abandónate a la voluntad ajena sin pensar si te viene bien o mal”.
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Cap.28  Una nueva cruz de Luisa: El devolver siempre todo el alimento y al mismo tiempo el padecimiento del hambre. El Confesor le prohíbe continuar en el estado de Víctima.

“Confórmate con lo que se te da”
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“Dirás al Confesor que no te haga tomar ni alimento ni quinina cada vez que vomitas, pues él, iluminado por luz superior, estará de acuerdo en que no tomes ni lo uno ni lo otro”.
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“Di al confesor que te dé la obediencia de no comer más”
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“Quiero que presentes de nuevo al Confesor la petición de que te abstengas de tomar cualquier alimento, pero hazlo con santa indiferencia, es decir dispuesta a hacer lo que la santa obediencia quiera o no concederte”.
... [33] En los primeros tiempos esto ocurría por períodos de tres o cuatro días, pero de ahora en delante de modo continuo y definitivo; después de pocos minutos de haber comido, vomitaba siempre todo, intacto y bello de aspecto, sin que resultara nada repugnante y viviendo así en total AYUNO hasta la muerte, salvo alguna breve excepción.  (Véase Vol. XI, 29 -septiembre- 1912).  De este modo Jesús repite en Luisa: “Yo tengo una comida que vosotros no sabéis… Mi alimento es hacer la Voluntad del que me envió y acabar su Obra” (Jn 4, 32-34); y si quiere que Luisa coma es para justificar – por causa de ella - que continúe dando las cosas necesarias a las gentes, caso contrario haría “morir de hambre” a los pueblos (Vol. XII, 12 -agosto-1918). 


Cp. 29. Resistencia de Luisa a Jesús, que la quiere en los padecimientos, porque falta el consentimiento del Confesor: pero finalmente Jesús se impone, comunicándole el estado de sufrimientos y dándole para el Confesor, como prueba de que es su Voluntad, el anuncio de la guerra entre Italia y África.

“Hija amada de mi Amor;

no temas que Yo me dé por ofendido, ni Me ofendo por lo que hace al Confesor que te ha dado esta obediencia, pues quien con delicadeza de conciencia ejerce su ministerio debe hacer uso de todo arte y prueba para ponerse al seguro de la responsabilidad moral que se requiere de los buenos y aun de los malos. Vuelve por lo tanto en calma y vive siempre abandonada en Mí. Ven conmigo; hoy es primero de año; ven, que quiero darte los aguinaldos”.
...
“Admira bien y contempla este anillo que te he preparado para cuando haga contigo mis nupcias, porque te desposaré en mi Fe… Por ahora te ordeno que continúes viviendo en el estado de Víctima y quiero que digas al Confesor que es mi Voluntad que continúes viviendo en este estado de sufrimientos; y como señal evidente de que soy Yo el que te habla, sabe que la guerra interrumpida entre Italia y África continuará todavía, hasta que él no te dé la obediencia de mantenerte en el estado de Víctima, por el cual no solo no la haré continuar, sino que también cuanto antes vendrá la pacificación de ambas partes”.
...

“¿Tal vez no te ha bastado lo que he derramado en ti, no estás satisfecha con ello?”.


30. Jesús comienza a preparar a Luisa al desposorio místico que le promete.

“Mira, te amo tanto que no sé estar sin venir a ti; me siento casi inquieto sin verte y hablarte de cerca y abiertamente, pensando que tú estás sola sufriendo tanto por mi Amor; por eso he venido a ver si tienes necesidad de alguna cosa”.

...

“¿Cómo te sientes ahora
Ciertamente que te sentirás mejor, ¿no es verdad?”.
...
“Quiero ser precisamente Yo tu Todo, haciéndome saludable alimento no solo de tu alma sino también de tu cuerpo”.

...

- “No quiero que llores. Mira, ahora estoy contigo, dime, ¿qué quieres?”.

...

“Ahora quiero en verdad, contentarte en todo: Me siento tan atraído hacia ti, que no puedo menos de secundar tu deseo… Si hasta ahora te he quitado la vida exterior y Me he manifestado a ti, ahora quiero conducir hacia Mí tu alma y así podrás seguirme más de cerca, gozarme y estrecharte más íntimamente a Mí y podré manifestarte todo lo que no se ha hecho contigo en el tiempo pasado”.

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Cap. 31. Retrato que Luisa hace de la divina belleza de la Humanidad Santísima de Jesús, como se le aparece.

 “Si has experimentado tanta pena estando alguna hora privada de mi presencia visible, ahora vuela y ven conmigo que quiero consolarte siempre y embriagarte de mi Amor”.
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“Ah, sí, amada mía, te toca ayudarme, pues no puedo más”.
...
Cap. 32. Por primera vez el alma sale del cuerpo, atraída irresistiblemente por Jesús. Sufrimientos que en este estado comunica Jesús al alma.
“Ah, sí, amada mía, te toca ayudarme, pues no puedo más”.

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Cap. 33. Participación que Jesús comunica a Luisa de sus indecibles amarguras y dolores por las diversas clases de pecados con que es ofendido.

“¡Hija mía, mira, hasta de parte de quien se dice devoto, cuántas ofensas y cuántos insultos se Me hacen, hasta en los lugares santos e incluso al recibir los mismos sacramentos! Por eso, en vez de recibir Gracias y de salir de la iglesia purificadas, estas almas salen más manchadas de culpas y, por tanto, sin mi bendición…”.

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- “Ah, sí, hija mía, hazme derramar en ti una porción de mi amargura, pues ya no puedo contenerla solo en Mí; ten compasión de mi estado, que ha llegado a ser demasiado doloroso. Ten entonces paciencia; suframos un poco juntos”.

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“Hija mía, es nada lo que he derramado en ti de mis amarguras, como tú eres capaz de recibir; ¡pero cuántas y cuantas otras almas quisiera que estuvieran dispuestas al mismo sacrificio que tú has hecho por amor mío! No porque Yo pudiera derramar en ellas toda la amargura que ha sufrido mi Corazón, sino al menos para tener la satisfacción de ser correspondido con amor y benevolencia toda filial”.

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Cap. 34 Participación que Jesús hace a Luisa de sus inefables dulzuras, asistiendo a escenas llenas de consuelo de los santos Misterios de la Religión. 


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Cp. 35. La Santa Misa y sus efectos; en particular la resurrección de los muertos, con sus cuerpos.

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Cp.36 Últimos preparativos para el Desposorio Místico.

“Todo lo que es terreno debe eliminarse, todo, todo, no solo de tu corazón sino también de tu cuerpo. Tú no puedes entender cuán nociva es al alma la más pequeña sombra terrena y cuánto impide mi Amor”.
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“Sepas que teniendo Yo que darte un anillo más precioso y más bello, en el que estará impresa más al vivo mi imagen, de modo que cada vez que lo mires, tu corazón recibirá nuevas flechas de Amor, tu anillo ya no te es necesario”.
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“Dulcísima esposa, esta corona con que te ciño la frente te es dada por Mí a fin de que nada te falte para hacerte digna de ser mi esposa; pero Me la cederás después de cumplido nuestro Desposorio, para devolvértela en el Cielo en el momento de tu muerte”.
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Cap.37. El Desposorio Místico.

Cp. 38. Jesús da al alma cuatro reglas de vida.

“Si no llegas al desapego efectivo y no solo efectivo, sino también afectivo, no podrás ser totalmente investida de mi Luz; pero si en cambio te despojas de todo afecto terreno, llegarás a ser como un tersísimo cristal, que a través de sí hace pasar la plenitud de la luz; así mi Divinidad, que es Luz, entrará en ti”.
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“Y después que te hayas conocido a ti misma y Quién soy Yo – me dijo – la consecuencia será que con mucha frecuencia salgas de ti misma, para sumergirte en el mar inmenso de mi Providencia. Y así tú, como una pequeña esposa cuyo Esposo es tan celoso que no quiere permitirle tomar el más pequeño placer con otros, te mantendrás siempre unida a Mí; y así como ella está siempre con el rostro vuelto a su Esposo, para hacer que no pueda dudar de ella, así tú Me darás absoluto dominio sobre ti, tanto si quisiera acariciarte, colmarte de carismas, de besos, de Amor, como también si quisiera golpearte, afligirte y aplicarte cualquier pena.

Deberás sujetarte a todo por mi Amor, siempre en tu plena libertad, porque tendremos en común penas y alegrías; y más aún, estaremos en competencia sobre quién de nosotros dos sabrá tomar más penas sobre sí sin ningún otro fin sino el de complacernos y darnos gusto recíprocamente”.

1. En tercer lugar, no debe darse en ti tu voluntad, sino solo la Mía, que deberá estar y dominar como un Rey en su palacio real; de lo contrario pronto se harán sentir los desacuerdos de un amor inepto, del cual surgirán densas sombras que pondrán en ti las faltas de armonía y de semejanza en el obrar, que no quiere la común nobleza que debe reinar absolutamente entre Yo y tú, mi esposa; y esta nobleza reinará en ti si de cuando en cuando tratas de entrar en tu nada, es decir, si llegas a tener perfecto conocimiento de ti, no para detenerte en eso, sino que, conocida tu nulidad, deberás hacer de todo y cuanto antes, por entrar en el infinito poder de mi Voluntad, de la cual obtendrás todas las Gracias que necesites para elevarte en Mí, para hacer todo conmigo, sin tenerte en cuenta a ti, que del todo quiero que desaparezcas en Mí.

2. En cuarto lugar, de ahora en adelante quiero que entre tú y Yo, no haya ese “tú” y “Yo”; por consiguiente, ya no se dirá “harás tú”, “haré Yo”, sino “haremos nosotros”. El “tuyo” y “mío” debe también desaparecer y de todo se dirá “nuestro”, ya que tú como mi fiel esposa, tomarás parte común y guiarás las suertes del mundo. Todos los redimidos de mi Sangre han llegado a ser hijos y hermanos míos y como son míos, serán también hijos y hermanos tuyos y como hijos serán amados por ti, como por una verdadera madre.

Es verdad que estos hermanos e hijos nos costarán muchas penas, porque la mayor parte se han hecho muy díscolos, muy extraviados y muchos también licenciosos; pero tú tomarás como yo sus merecidas penas sobre ti y a costa de los más dolorosos sacrificios, tratarás de ponerlos a salvo, haciendo de tal modo que les conduzcas a mi Corazón, cubiertos con los méritos de las penas que tú has sufrido y bañados todos con tu sangre y mi Sangre; en vista de lo cual, mi Padre Celestial no solo usará con ellos de Misericordia y perdón, sino que también, si están perfectamente contritos, muchos como el buen ladrón tomarán muy pronto eterna posesión del Paraíso.

Finalmente, en la medida en que te desprendas de todo lo que no es puramente mío, te encontrarás siempre más inmersa en mi absoluta Voluntad, en la cual adquirirás la plenitud de mi Amor, gracias al conocimiento de mi Esencia, que de día en día se hará siempre más viva en ti; y entonces más que nunca, como al reverberante reflejo de la luz se ven en un espejo las imágenes, así en Mí encontrarás realmente ordenadas todas las criaturas que tienen espíritu de inteligencia y de amor de tal modo que a un solo golpe de vista las verás a todas y conocerás el estado de conciencia de cada una de ellas, con lo cual tú luego, como madre más que amorosa, en el verdadero espíritu de Misericordia que es espíritu mío y de mi Madre, harás el máximo sacrificio, inmolándote por ellas; y este sacrificio será como un manto que te cubra por entero, como a mi verdadera imitadora y fiel esposa.

Cp 39. Impresiones de Luisa después de haber contemplado la Gloria de los Ángeles y Santos en el Cielo.

“Esta alma ha llegado a ser un triunfo y un portento de mi Amor en virtud de su correspondencia a mi Gracia”; y enseñándome luego a los Ángeles les decía:

- “Ved que todo ha superado mi Amor por ella”; luego me hacía poner en el asiento de Gloria, del que Jesús me había hecho digna y me decía:

- “He aquí tu puesto de Gloria; nadie te lo podrá quitar”.


Cp.40. Pena y amargura insoportables de Luisa, al tener que vivir todavía en la cárcel del cuerpo, desterrada de la Patria.

 “Esposa mía, cálmate; ¿qué es lo que tanto te hace desear el Cielo?”.

Cp.41 -Heroísmo de Luisa al aceptar el volver a su cuerpo en la tierra, dejando el Cielo tantas veces.

“¿Quieres ahora venir conmigo?”.
...

“Pues sí; hazlo pronto – me decía -, no demores más”.
...

“Pues no, pues no; te lo digo de verdad: vamos, que quiero llevarte conmigo”.
...

“¿Ves, ves allá un pecador que está por perderse? Bajemos otra vez a la tierra; vamos a intentar reducir esa alma a penitencia; quién sabe si se convierte. Roguemos, pues, juntos, a mi Eterno Padre que use de Misericordia con ella; ¿no estás pronta a sufrir cualquier pena por la salvación de un alma que me cuesta tanta Sangre?”.
... 

- “Esposa mía, ¿quieres tú tomar sobre ti las penas debidas a él?
...
Si tú entras otra vez al cuerpo para sufrir, la Divina Justicia podrá aplacarse y así podré usar con él Misericordia. Como ya has visto, nuestras palabras no le han movido en lo más mínimo; ni tampoco las razones; no nos queda hacer otra cosa que sufrir las penas debidas a él, las cuales son los medios más poderosos para satisfacer a la Divina Justicia ofendida y para hacer que el pecador se rinda a la Gracia de su conversión”.
... 

“¿Estás contenta como lo estoy Yo?”.
...

“Esposa mía, tú no te has acordado de hacerte dar la obediencia por el Confesor, para venirte conmigo; ahora es necesario que retornes al cuerpo para tomar esta obediencia”.
...

- “No, no, esposa mía; quiero que tú obedezcas al Confesor”

Cp.42. Jesús prepara a Luisa a la renovación del Desposorio Místico, en el Cielo, con la sanción de la Santísima Trinidad; por eso le habla de las tres Virtudes Teologales. La Fe.


“Para obtener la FE, hace falta creer. Sin creencia no puede darse Fe.

Cp.43 Prosigue sobre las tres Virtudes Teologales. La Esperanza.
Cp.44 Prosigue sobre las tres Virtudes Teologales. La Caridad.

“Y en efecto, por poco que mires y consideres bien el fuego, tendrás en seguida una pálida idea de estas tres virtudes unidas entre sí, porque tan pronto como llega a encenderse el fuego, lo primero que se presenta a nuestra vista es la luz, que inunda de vívido fulgor todo el contorno, el cual es símbolo de la Fe que Yo he infundido en el alma cristiana por medio del Santo Bautismo.
En segundo lugar, sientes que se difunde en todo el entorno, juntamente con la luz, además el calor; pero luego a medida que ésta viene a languidecer, hasta casi extinguirse, sientes que el calor que emana este fuego adquiere mayor vigor, a tal punto que no se consume del todo.
Así es con las tres virtudes teologales:
LA FE se enciende en el alma a la primera noticia que ella tiene acerca del Ente Supremo; después crece y se desarrolla, gracias a la ascensión perenne que hace el alma hacia Dios, su Sumo Bien, con lo que viene a adquirir la luz intelectual que se difunde expansivamente de todo Atributo divino a su criatura.
Esta criatura, iluminada por este esplendor de viva Fe, ambiciona lo alcanzable del objeto, el cual le da confianza de poder procurarse un Bien tan grande como es Dios; luego trata de investigar el camino más idóneo para la facilidad de una adquisición tan grande y toda llena de ESPERANZA, va pasando de la mañana a la noche de un monte a otro monte, atravesando valles y extensísimas llanuras, vadea lagos y ríos, navega por los más altos e inmensos mares, por el espacio de meses y años, con el único fin de adquirir no solo la benevolencia sino también la posesión de su Dios; y este deseo operante de llegar a la posesión de Dios se llama AMOR, unido a las dos hermanas, la FE y la ESPERANZA.
Así, oh mi amada esposa, en las tres virtudes teologales, Fe, Esperanza y Caridad, te he delineado la Trinidad de las Divinas Personas, de las que tú pronto y sin duda harás perenne adquisición, procurándote estable y perpetua morada en ti”.
...

“Esposa mía, si la FE es luz y sirve de vista al alma, la ESPERANZA es el alimento de la Fe y suministra al alma la energía y deseo ardiente de conquistar los bienes que hay en la visión de la Fe y además da al alma el valor para afrontar arduas empresas, pero siempre con tranquilidad de espíritu y con perfecta paz se hace perseverante en explorar todo camino y medio adecuado que le pueda dar buen éxito. Y en cuanto a la CARIDAD, es la sustancia de la que emerge la luz y el alimento de la Fe, sin la cual no se podría tener ni Fe ni Esperanza, como igualmente, sin el fuego no se podría tener ni la luz ni el calor.
Y ella, como ungüento lenitivo se expande y penetra por todas partes, llevando a efecto de madurez las ansias de la Esperanza y las miras de la Fe, ya que en las dulzuras de su amor hace balsámico y dulce el padecer y a tal punto que hace que el alma llegue a la avidez de este padecer.
Por tanto, el alma que posee la verdadera Caridad, al obrar ella en el amor y por el Amor de Dios, difunde en torno a sí el olor celestial que ha obtenido del mismo Dios, de modo que, si todas las virtudes vuelven al alma como solitaria y rústica, la Caridad por ser sustancia que emana luz, calor y olor suavísimo, no solo infunde en todos como ungüento balsámico, los efectos más que aromáticos, sino que une, más aún, funde los corazones gracias al inmenso amor que ella tiene hacia Dios.
Esto es lo que hace sufrir con alegría los más agudos tormentos, tanto que el alma que se transforma toda en el Amor llega a no poder ya vivir sin el desnudo padecer y de ahí a exclamar, cuando está privada de él:
...

“La Caridad mía es fuego que abrasa y que consume y cuando echa raíces en algún alma Ella hace todo; no da importancia a las mismas virtudes y las estrecha íntimamente a Sí, de modo que se hace reina de todas las virtudes, reinando y enseñorándose sobre todas y ya no se decide a ceder a otras la supremacía”.

Cp.45. Último preparativo al Desposorio: el anonadamiento de sí y el ansia de padecer siempre más.

“Esposa mía, ahora es necesario que tengas la predisposición y superioridad de ánimo, que te haga llegar más y aceptar más el anonadamiento de ti misma; esto debe preceder al grande e incentivo deseo que tienes de querer padecer siempre más.
Sabe que el anonadamiento de ti misma te hace merecer no solo la gracia del padecer sino que te dispone el alma a saber padecer bien todo, en todo lo que pueda tocarla muy de cerca. Además de esto, el deseo de padecer suple el verdadero y real padecer y, a falta de éste, el anonadamiento de ti misma te servirá de penoso manto que suplirá cualquier padecimiento más alto y más áspero”.

Cp.46. La renovación del Desposorio místico, en el Cielo, en presencia de la Santísima Trinidad.

[1]El 8 de septiembre de 1889; Luisa tenía 24 años.  Es importante esta fecha (como se verá en la siguiente nota) porque fue el momento en el que le fue concedido EL DON DEL QUERER DIVINO.

Cp. 47. La inhabitación de las Divinas Personas en el alma de la que toman posesión y a la cual se dan en posesión. Entonces fue cuando hicieron a Luisa el DON DEL DIVINO QUERER.

“Cobra ánimo; no temas. Estamos para confirmarte como nuestra y tomar total posesión de tu corazón”.
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“He aquí que en tu corazón formamos nuestra estable y perenne morada”.
[1] Nuestro Señor le explica 32 años después (Vol. XIII., 5-XII-1921):

“Es justo y necesario que Yo hable de ti.  Estaría bien que un ESPOSO, EL CUAL DEBE CELEBRAR DESPOSORIO CON SU ESPOSA, deba tratar con los demás y no con ella, siendo necesario que se confíen sus secretos, que uno sepa lo que tiene el otro, para que los padres doten a esos esposos y que por anticipado el uno se acostumbre a las maneras del otro?”.

Yo añadí: - “Dime, Vida mía, ¿quién es mi familia? ¿Cuál es mi dote y tu dote?”.

Y Sonriendo respondió: - “Tu familia es la Trinidad; ¿no te acuerdas que en los primeros años de cama, te conduje al Cielo y delante de la Trinidad Sacrosanta hicimos nuestra unión?  Y ella te DOTO DE TALES DONES QUE TU MISMA NO LOS HAS CONOCIDO TODAVÍA; Y LO QUE TE HABLO DE MI QUERER DE SUS EFECTOS Y VALOR, SON DESCUBRIMIENTOS DE LOS DONES CON QUE DESDE ENTONCES FUISTE DOTADA.  De mi dote no te hablo, porque lo que es tuyo es mío.  Y luego, después de pocos días bajamos del Cielo las Tres Divinas Personas, tomamos posesión de tu corazón y formamos en él nuestra perpetua morada; tomamos las riendas de tu inteligencia, de tu corazón y de ti misma y todo lo que tú hacías era un desahogo DE NUESTRA VOLUNTAD CREADORA EN TI, eran CONFIRMACIONES DE QUE TU QUERER ESTABA ANIMADO DE UN QUERER ETERNO.  El trabajo está ya hecho; no queda sino hacerlo conocer, para hacer que no solo tú sino también los demás puedan tomar parte en estos grandes bienes; esto lo estoy haciendo, llamando ora a un ministro mío, ora a otro y también a ministros de partes lejanas…”.
... 
“Yo estoy aquí contigo, no Me busques en otra parte; estoy en ti reposando, pero velo por ti”.

Cp.48 Tercer Desposorio: el Desposorio de la Cruz.


“Esposa mía, además del desposorio ya cumplido nos queda ahora por hacer otro, llamado Desposorio de la Cruz. Sepas que las virtudes se vuelven dulces y amables cuando son animadas y fortalecidas en el injerto de la Cruz. Antes de mi venida a la tierra, las penas, los oprobios, los dolores, la pobreza, la enfermedad y todo género de cruces entraban en la categoría de una verdadera confusión e infamia, pero desde que fueron sufridas por Mí todas llegaron a ser santificadas y divinizadas por mi contacto, de modo que cambiaron de aspecto, en cuanto que se hicieron dulces y gratas y el alma que tiene la ventaja de poseer alguna de ellas, se estima más que honrada y esto porque ha recibido mi divisa haciéndose así hija de Dios.
En cambio experimentaba lo contrario quien mira y se detiene en la corteza de la Cruz, pues encontrándola muy amarga, toma disgusto de ella y se lamenta, ya que la recibe como si le fuese dada sin razón: pero quien ha penetrado adentro, encontrándola muy gustosa y saludable, forma en ella su felicidad.
Esposa mía, no ansío otra cosa que crucificarte cuanto antes, ya sea en el alma, ya en el cuerpo”.

Cp. 49 Jesús da a Luisa el verdadero dolor de los pecados.

“Ya que tanto te disgusta el haberme ofendido, quiero Yo mismo disponerte al dolor. Así podrás comprender la fealdad del pecado y lo amargo del dolor que causa a mi Corazón. Por eso di conmigo estas palabras: SI YO TRASPASO EL MAR, EN EL MAR ESTAS SIEMPRE TU, SI BIEN NO TE VEO; PISO LA TIERRA Y TU ESTAS BAJO MIS PIES; PEQUÉ…”.
(Y Jesús, en voz baja, como llorando, añadió:)
- “Sin embargo te amé y al mismo tiempo te conservé…”.“SIN EMBARGO TE AMÉ Y CONSERVÉ”,

Cp 50 Luisa obtiene con su padecimiento que un hombre muerto no se condene, y no solo esto, sino que siga con vida.

“Esposa mía, ¿no quieres ofrecerte como víctima por la salvación de esta alma y tomar sobre ti las penas que merece por sus gravísimos pecados?”.

Cp. 51. Valor de la Cruz. Jesús le renueva a Luisa varias veces la crucifixión.

“Esposa mía, si todos supieran qué inapreciable bien contiene en sí la Cruz y cómo hace preciosa al alma, todos la ambicionarían necesariamente, porque quien tiene la gracia de poseerla, adquiere con ella una joya de inestimable valor. Basta solamente decirte que Yo, al venir del Cielo a la tierra, no escogí las riquezas y los placeres de la vida, sino que tuve como más preciadas y más íntimas hermanas la Cruz, la pobreza, las ignominias y el más cruel padecer, tanto que a su vista deseé siempre ardientemente que se acercara pronto el tiempo de mi Pasión y muerte de Cruz, ya que en ésta puse la salvación de las almas”.
...

“Qué, ¿te duele mucho? ¿Quieres que no continúe?”.
...

“Esposa mía, es preciso encontrar otra Cruz; por eso, levántate y toma fuerzas por ahora”.
...

“Se hará, se hará pronto; no dudes de Mí, pues se hará”.


Cp. 52. Los valores de la Cruz. En lugar de la Cruz que ha tenido hasta ahora, Luisa recibe otra mucho más grande.

● “¿Quieres, tú, amada mía, ser toda bella?
Contempla la Cruz, pues ella te dará los lineamientos más bellos que pueden encontrarse en el Cielo y en la tierra, tanto que hacen enamorar de Dios, que contiene en Sí todas las infinitas bellezas. Quieres Ser colmada de inmensas riquezas y no por breve tiempo, ¿sino por toda la eternidad?
Pues en ti ha entrado el ansia de poseer el Cielo con todas sus riquezas: enamórate cada vez más de la Cruz, que ella te suministrará todas las riquezas, comenzando por los más mínimos centésimos, cuales son los más pequeños sufrimientos y de cualquier especie, hasta las más incalculables sumas como las que procuran las cruces más pesadas… Entre tanto los hombres, por haberse hecho tan ávidos de procurarse la más pequeña ganancia de una mera paga temporal, que pronto tendrán que abandonar, no se preocupan en absoluto de adquirir un centésimo de bien eterno; y cuando Yo, compadeciéndome de ellos por el descuido que tienen de todo lo que se refiere al bien eterno, benignamente les ofrezco la ocasión de aprovechar de él, ellos en vez de serme agradecidos, Me menosprecian y Me ofenden con su obstinación.
¿Ves, hija mía, cuánta ceguera en la pobre humanidad?
En la Cruz en cambio están incluidos todos los triunfos y las más grandes adquisiciones y victorias. Tú, en tanto, no tengas otra mira que la Cruz, porque Ésta bastará y suplirá todo.
Por eso hoy día quiero contentarte, crucificándote completamente sobre la Cruz que hasta ahora no bastaba para hacerte extender bien. Sepas que esta Cruz es la que ha atraído sobre ti los dulces hechizos de mi Amor y la que Me induce a crucificarte completamente en ella.
Por eso, la cruz que has tolerado hasta ahora, Me la llevaré al Cielo, para tenerla como prenda de tu amor y mostrarla a toda la Corte Celestial como testimonio de tu amor por Mí; y Yo, en lugar de ésta, haré bajar del Cielo sobre ti otra más pesada y dolorosa, a fin de satisfacer tus ardientes ansias de padecer y para hacer que vengan pronto a completarse mis eternos designios sobre ti”.
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“Hijo mío, hoy es día de gloria; por eso quiero que le participéis todas vuestras penas y que, como complemento de cuanto se ha hecho, su corazón sea traspasado por la lanza y se renueve a su cabeza la coronación de espinas”.
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Cp 53. Nuevas participaciones de Luisa en las penas de la Pasión de Jesús.

.... 
Cp. 54. El Juicio de la Cruz.

 ...
“Amada mía, la Cruz bien soportada y ardientemente deseada, hace distinguir bien a los predestinados de los réprobos, los cuales son tan recalcitrantes a todo padecimiento. Sepas que en el día del Juicio Universal, los amantes de la cruz, al verla aparecer, oh cuánto se alegrarán, mientras que los réprobos serán heridos y asaltados por un horrible espanto. 
Desde ahora, amada mía, se puede sin duda aseverar si alguien deberá ser uno de los salvados o eternamente perdido, pues si al presentarse la cruz, la abraza y Me sigue con resignación y paciencia y de cuando en cuando la besa, dando gracias Al que se la ha enviado, es señal evidente y más que segura de estar en el número de los salvados; pero si por el contrario, al presentarse la Cruz, la persona se irrita, la desprecia y quisiera a toda costa sustraerse a ella, Cruz ya merecida a causa de sus perversidades, puede tenerse como señal cierta de que camina por la vía del infierno.
Y así, los réprobos, si a vista de la Cruz me ofenden en vida, en el día del Juicio más que nunca blasfemarán de mí al ver aparecer la Cruz, que les infundirá eterno terror.
La Cruz además, hija mía, es el distintivo del verdadero cristiano. Ella lo dice todo porque como un libro abierto hace distinguir con claridad y sin ningún tipo de engaño, al santo del pecador, al perfecto del imperfecto, al fervoroso del tibio.
La Cruz, además comunica a quien está bien dispuesto, una luz tal, que desde ahora no solo hace distinguir al bueno del culpable y hace conocer también quién deberá ser más o menos glorioso en el Cielo y quién deberá ocupar en él un puesto más o menos eminente. 
Fuera de esto, todas las virtudes ante la excelencia de la Cruz, se vuelven sumisamente humildes y reverentes; ¿y sabes cuándo adquieren mayor lustre y esplendor?, cuando están bien acopladas con ella”.
... 

“Amada de mi Corazón, ya que anhelas tan ardientemente la fragancia que emanan los dolores de mi Cruz, Yo no solo te doy satisfacción crucificándote el alma, comunicándote todo dolor, sino que deseo marcar también tu cuerpo con el sello evidente de mis llagas sangrientas; si no fuese así, renuncia a poder manifestar a todos cuánto Me amas. A este fin, quiero enseñarte la siguiente oración, que tú harás para obtener esta Gracia:
Yo me presento al Trono de la Santísima Trinidad y como bañada en la Sangre de Jesucristo, me atrevo a postrarme en señal de profunda adoración y suplicarte que por los méritos de las preclarísimas virtudes de Jesús y de su Divinidad, se digne concederme la Gracia de ser siempre crucificada”.
.... 
“Te son perdonados todos tus pecados”.

55. Luisa hace la confesión de sus pecados a Jesús.

“Esta mañana quiero hacer Yo mismo la función de Confesor. Tú me confesarás todas tus culpas y al hacer esto, te haré comprender una por una todas las ofensas que Me has hecho y todos los dolores que Me has causado con tus pecados. Se pretende que comprenderás, en cuanto es accesible a la inteligencia y voluntad humana, qué es en sí el pecado, a fin de que tomes la resolución de morir antes que volver a ofenderme.
Por lo tanto entra en tu nada; considera que el nada se ha enfrentado al Todo y que el Todo habría podido hacer desaparecer de la faz de la tierra al nada, que se ha hecho tan infame que se ha enfrentado con su Creador; no obstante este nada no solo ha sido tolerado por el Todo, sino incluso amado… Sal ahora fuera de tu nada y con arrebato de amor hacia tu amante Señor, recita el “yo pecador”
...
“Hija de mi Amor, no temas, que si ahora soy tu Juez, soy también tu Padre. Valor pues y vamos adelante”.
“Acércate a mi amoroso Corazón, aplica el oído y escucharás el desgarro cruel que has causado con este pecado a mi generoso Corazón”;

“Quiero Yo suplir por ti, aplicando a tu alma el mérito de mi dolor, sufrido allá, en el huerto de Getsemaní; solo esto puede bastar para satisfacer a la Divina Justicia ofendida por ti”.

“Prométeme no pecar más alejando de ti toda sombra de mal, que pudiera de nuevo ofenderme”.

56. Efectos de la Gracia de la confesión hecha a Jesús, renovada más veces.

57. Termina la narración. La nueva guerra entre Italia y África.

“Sabe que el próximo año habrá guerra. Los hombres se han entregado a todo vicio abandonados a las pasiones más carnales para ofenderme y Yo quiero tomar mis justas venganzas sobre sus mismas carnes que apestan todas a pecado

- “Vosotros todos os fiáis de vosotros mismos y Yo por eso os humillaré, para que podáis comprobar cuán grande es el daño que se obtiene actuando sin invocar la ayuda y la intervención de Dios, que es el Autor de todo bien. Esta vez por lo mismo, la victoria no será de Italia, sino que le tocará ser completamente derrotada”.

“Seré siempre duro, de modo que el África obtenga la victoria sobre Italia. Solo te concedo que el África vencedora no se vuelque sobre la tierra italiana para continuar la lucha, como justo castigo merecido por Italia, sea por la vida muy licenciosa que vive, sea por la Fe ya perdida, por lo cual no espera en Dios, sino en el diablo”.

58. Los diversos modos con que Jesús habla a Luisa.

“¿Quieres tú saber todo lo bello que soy?
Por más que tu mirada pudiese registrar todas las bellezas esparcidas en toda la tierra y en los mismos Cielos, jamás encontrarías belleza semejante a mi belleza…”.

“¿Ves cuán puro soy Yo? También en ti quiero esta pureza”. 

59. Prosigue la Novena del Nacimiento, con la cual empezó el volumen.





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El perdonar es vivir para Dios.